Miedo

No se ve ni tampoco se oye, pero cómo se siente y cómo afecta. Su forma no importa, porque se adaptará a cada uno de nosotros, pero sí importa el hecho de cómo nos puede bloquear sin que nos demos cuenta.

No sé si lo habéis sentido alguna vez, pero, ¡qué tío!, cómo es capaz de hacernos creer que no valemos para nada y que además estaremos mucho mejor con él.

El miedo, nos engaña, nos muestra una realidad que no es cierta, nos convence que estaremos mucho mejor a su lado, nos deja cada vez, disfrutar menos de las cosas y finalmente nos quita las ganas de salir, creyendo que ya no se puede hacer nada más.

Hay una pequeña parte de nosotros que sabe que el miedo a veces no tiene razón, pero nada…..vuelve a sus andadas y nos cuenta cuentos para que nos sigamos quedando con el. ¿A ver si va a ser que el miedo sin nosotros, tampoco existe? O ¿por qué no se conforma con ser una emoción primaria más como la alegría, la ira, el asco o la sorpresa?

Nos envuelve, nos encadena para seguir contándonos historias que encima luego son mentiras. ¿Qué hacer entonces?

1º El miedo como emoción primaria es necesaria porque los alerta de que algo va mal. Si no la tuviéramos seríamos robots.

2º A veces lo que nos da miedo es el cambio, es decir, podemos pensar, “entonces….¿quién soy yo, si ya he aprendido a comportarme de una determinada forma?”. El cambio no es convertirte en otra persona distinta. Volveremos a ser la misma persona que antes, pero como la hemos tenido tan escondida, ya no nos acordamos de ella. Seguiremos siendo nosotros, lo único que cambia es que empezaremos a creer en nosotros mismos, no en el miedo.

3º Enfrentarnos a él, no es fácil, porque realmente nos convence de que esto es así, pero no significa que no se pueda conseguir. Hay que trabajárselo gota a gota, cada día un poquito más y sobre todo, demostrándote a ti mismo que el miedo no tiene tanta fuerza como te decía y que sí que eres capaz de hacer y de conseguir muchas cosas.

¡A por ello!